Parte I / 5. El Cortejo Fúnebre 出殡
¡La noticia sobre la muerte de Ji Hui,la portavoz del Ayuntamiento,se divulgó rápidamente por todos los lados!
Zhao Daoguang, el vice-secretario general de la Cámara No.1 de la Municipalidad y del Ayuntamiento, estaba sujetando el teléfono para hablar con el comisario municipal Liu An. Estaba a su izquierda abajo un grupo de funcionarios de la Oficina Ejecutiva del Municipio. Al cabo de la conversación telefónica, Zhao Daoguang obtuvo algunos detalles sobre la situación concreta a la hora de morir Ji Hui: Murió en una bañera del lavabo, y el agua de la bañera estaba teñido de rojo por la sangre, parecía un caso criminal. Pero Zhao Daoguang se limitó a dar instrucciones determinadas con respecto a los estándares de los reportajes, de las notas necrológicas y de los funerales en la reunión posterior. Para los reportajes habría que condensar toda la información relativa a la escena de la muerte de Ji Hui, y los contenidos deberían ser definidos conforme a los textos unificados del Ayuntamiento.
También asistí como representante de Yinzhu a la ceremonia de Despedida del Cuerpo ese día escondido entre la afluencia de gente. Por aquí, vi a muchos magnates y ricos también. La escritora Wei Hui era la primera conocida con quien encontré por aquí. Ella tenía un apodo llamado ¨Donghai Baby¨. Tenía un par de ojos seductivos y un porte torpe pero encantador. Además le gustaba mezclar el idioma inglés con el chino en las conversaciones. Ahora se dedicaba a la enseñanza en la universidad de Donghai, aparte de escribir novelas. Wei Hui dio enseguida una mano y me cogió del brazo al verme entrar solitario.
¨¡Tu old lover died! ¿What feel?¨
¨¡What no!¨ Dije.
Abrió la boca con exageración, y me arrastraba para adentrarnos en la sala. Wei Hui empezó su carrera literaria antes que Ji Hui, ya había publicado varios libros. En cambio, por los mismos había caído en mayor infamia. Según me habían informado, ella se había acostado con hombres de distintas razas con el propósito de escribir novelas.
Habían colocado esa corona que traje en la esquina del salón con el nombre de ¨Pino Ciprés¨, la cual era bastante insignificante. No podía tener ninguna objeción ante este arreglo hecho por el grupo de servicios funerarios del Ayuntamiento. Habían llegado también muchos familiares de Ji Hui desde su tierra natal Xihai. De entre esos familiares había notado a Ji Mei otra vez—la hermana menor de Ji Hui. Ella era totalmente diferente a su hermana mayor menos la voz. Y los padres de Ji Hui, una pareja anciana, estaban justamente sentados en aquella esquina donde estaba mi corona. Lo raro era que había una niña sentada en un cochecito infantil a su lado. ¡La gente junto a mí decía que era la hija de Ji Mei! Unas personas como funcionarios del Estado estaban murmurando cerca de ellos.
Sin embargo, toda la familia de Ji Hui se mantenía callada, como si estuviera allí situada una pila de esculturas severas.
Existía una normalización definida hasta con referencia al rango de las coronas ofrendadas siguiendo la práctica aplicada en las defunciones de los funcionarios.
No había acudido mucha gente de la alcaldía al entierro de Ji Hui, puesto que ésta acababa de emprender su vida allí con dejar tan sólo un par de huellas. Habían comparativamente más asistentes que eran sus antiguos colegas provenientes del Hotel Lidu donde trabajaba antes. El gerente general Yang Yu se apersonó trayendo consigo a una muchedumbre de ejecutivos de mediano y alto nivel. Veía a Yang Yu vestido de traje negro y estar de pie al principio de esa fila. Pero no fue otro sino Zhao Daoguang quien se dirigió primero hacia los padres de Ji Hui cuando empezó a sonar la música fúnebre. Naturalmente, su cargo oficial era el mayor entre toda esta gente. Todo el mundo que iba detrás de él tendría que tomarlo como ejemplo para actuar. Zhao Daoguang seguía sin proferir ni una palabra mientras sostenía las manos de los parientes de Ji Hui. Unos burócratas jóvenes a su lado, copiando sus gestos, también hallaron las manos de los allegados de Ji Hui para sostenerlas, y tampoco dijeron nada.
Fue Yang Yu quien dio el discurso conmemorativo. Me llamó mucho la atención un detalle suyo, pues estaba con sus manos un poco temblando. Al fin y al cabo, Ji Hui había llevado años como gerente de relaciones públicas y había ejercido el papel de puente entre el Ayuntamiento y ¨Lidu¨ por varios años. El título de las Relaciones Públicas se considera más bien como una palabra despectiva en China, se ha convertido en un sinónimo para enlazar contactos y buscar enchufes a favor de los comercios, y muchas gerentes de relaciones públicas son equivalentes a las flores de la sociedad. Ji Hui, la gerente de relaciones públicas, escribía en estilo resplandeciente, cantaba melodiosamente y bailaba con profesionalidad. ¿Y si todo esto se debía a su experiencia en ¨La Dinastía¨? Le era fácil atraer atenciones del sexo opuesto puesto que su capacidad de beber alcohol era aún más sorprendente, a lo cual se sumaba su carácter audaz, vigoroso y alegre por ser xihainesa. Podría asegurarme de que ella había ido obteniendo todas estas ¨cualidades¨ para ser un cuadro femenino a través de su temporada como gerente de relaciones públicas.
Anegados en llanto, todos los amigos se acercaban rodeando el coche fúnebre de Ji Hui cuando lo arrastraron fuera. En eso, Ji Hui actuaba con cierta impiedad, porque sacó la cámara e hizo un par de fotos a hurtadillas, aunque sólo apuntaba a ese pez gordo Zhao Daoguang.
Ji Hui estaba tumbada en ese ataúd del coche, como si estuviera sola en una casa. Aunque fuera pequeña, esa casa estaba atiborrada de pétalos de flor. Así que sus restos mortuorios parecían una flor abierta en esa acumulación de pétalos. Había recuperado su apariencia de antaño gracias a la espléndida pericia del maquillador. Su cara estaba calmada y serena. Yo no estaba consciente de que esta bella mujer ya había dejado este mundo alborotado hasta cuando los llantos repetidos llegaron y me despertaron de un sobresalto otra vez.
Recuerdo que estaba a tope la sala de agua caliente cuando fui allí en el primer día de la inauguración de la universidad. Decían que había averías en las calderas ese día, y cada vez más gente esperando. En eso, habían dos donghainesas colándose y riñeron con otros. ¡Ambos flancos habían suelto palabras muy impropias! Después salió una chica y las detuvo. ¨Hermanas, somos todas del atributo yin, somos mujeres, ¿entendido? No siempre insultéis madre, joder por aquí, porque al final vais a ofender a nosotras mismas.¨ Todo el mundo se rió al escucharlo. ¡Yo también me reí! Y memoricé no sólo su cara sino también su humor cuando luego pasé caminando por su lado al terminar de coger agua. Nuestro segundo encuentro ocurrió en nuestra facultad, ella apareció detrás de mí cuando el profesor Chen estaba explicando la literatura inglesa, sin embargo, se piró por la puerta trasera antes de que la clase acabe, ella era Ji Hui. Posteriormente, cuando ya siendo mi novia, me contó que el motivo de su marcha en esa clase del profesor Chen era por no entender su fuerte acento cantonés.
Pusieron la Obertura de Peer Gynt del compositor noruego Edvard Grieg que a Ji Hui le gustaba antes de su deceso a la hora de despedir al cadáver. En el intervalo se aproximó una muchacha y recitó en voz baja una poesía llamada Algunas Personas del poeta Zang Kejia. Ji Mei no lo consideró bien y le impidió seguir. Veía cómo Wei Hui se iba acercando a Ji Hui con un libro de La Vida Disoluta En Xihai en la mano, y todo el mundo habíamos fijado en este gesto suyo, ¡ Había dejado este libro junto a la mejilla de Ji Hui! Acto seguido, presenciamos a los trabajadores de la funeraria clavar toda la tapa del ataúd a golpes fuertes. Los padres de Ji Hui no se alteraron durante todo el proceso, simplemente dejaban rodar sus lágrimas en silencio y miraban a toda esa gente alrededor llorando a cántaros. La tristeza que sentía esa multitud alcanzó su cumbre mientras iban moviendo el féretro. Finalmente, cuatro obreros cargaron con ligereza esa caja mortuoria de color rojo oscuro en un coche negro, y los padres de Ji Hui subieron a ese coche codo a codo con unos colegas del municipio. Luego de ello, la muchedumbre seguía al coche con la mirada cuando éste se cerró y se dirigió hacia la otra dirección fuera de la funeraria. Reaccioné enseguida después de haber dudado tan sólo un minuto, también fui a arrancar mi auto y me puse a perseguir ese vehículo sin tregua.
Recordé una vez más imágenes de cuando pretendía a Ji Hui en la uni mientras corría tras ese coche negro:
Érase una vez, el colegio mayor organizó un viaje a la Montaña Amarilla (La Montaña Huangshan) en nuestro segundo trimestre del curso. ¡ Sólo se había perdido Ji Hui cuando el gran gentío llegamos a un pueblo retirado! Todos nuestros compañeros de clase fuimos a buscarla por todas las partes y ella, en cambio, nos alcanzó llevando un carruaje con caballo doble, de lo cual nos morimos de risa. Le gritó luego el capitán de nuestro grupo tachándole de rebelde y desobediente. Sin embargo, ella no se afectó para nada, sino riendo jocundamente. Ella era igual que los caballos indómitos atados y precedidos de esa carroza, sin dejarse tirar por las riendas. Por lo consiguiente, ¡Toda la peña de ese viaje teníamos los nervios de punta por ella!
Érase un año, la universidad tenía que ensayar con urgencia un teatro en inglés durante las vacaciones de verano con el propósito de asistir a un Festival Municipal de Teatro Universitario. Pues Ji Hui ejercía como la directora más la protagonista, y yo también ocupaba el papel protagonista en él. ¡ El teatro ganó el primer premio después de su debut! Así que toda nuestra banda se transformó de la noche a la mañana en artistas del campus. Me acordé de que nos la pasamos hartos de locura en aquella noche de celebración, llenándonos recíprocamente de abundante vino. Habíamos ido vomitando a todo lo largo del camino de vuelta al campus ese día. Y al final Ji Hui se tiró a la calle directamente. A instancias repetidas de los condiscípulos, recibí el mandato de cargarla al hombro para llevar a la ¨ inconsciente ¨ a su dormitorio de escuela. Ulteriormente, caímos enamorados navegando en el río del amor. Ella siempre me había estado acompañando como mi novia durante esos años de nuestra estancia en la universidad. No obstante, empezó su carrera profesional primero en el Hotel Lidu y luego en el Ayuntamiento al acabar los estudios, mientras que yo entré a trabajar en la oficina del periódico de Donghai.
Consiguientemente, nuestros corazones comenzaron a distanciarse desde entonces.
El crematorio de hoy en día se parecía más a un gran jardín. Habían unas salas de espera pijas e iluminadas al servicio de la gente, pues nos sentamos allí dentro a esperar. Los padres de Ji Hui reaparecieron dos horas después. Y esta vez tenían en sus manos una refinada urna funeraria. Ji Hui, una mujer importante de mi vida, ¡ se había reducido a una pila de cenizas en esa delicada urna negra pura en dos horas! No pude contenerme y empecé otra vez a llorar a lágrima viva. Los padres de ella me volvieron a echar una ojeada atenta esta vez, y Ji Mei cogió a su hija en brazos, hasta me extrañaba un poco esa expresión facial que compartían, como si acabaran de enterarse de quién era yo, ¿ Puede que me hubieran considerado antes como uno de esas decenas de miles de lectores entusiastas de Ji Hui? Nos cruzamos las miradas de nuevo, que también se trataba de un intercambio oficial de miradas. Titilaban las lágrimas en los ojos de Ji Mei, a lo mejor fue también en este momento cuando ella me iba reconociendo poco a poco.
Ji Hui me había contado antes que sus padres eran profesores de historia y lengua china respectivamente de algún colegio secundario de Xihai, con razón que tenía un inmenso conocimiento de la historia y del chino. Sus padres tenían unos rostros bondadosos y honestos. Estos semblantes correspondían a los intelectuales universales de estilo chino. Empero, estas caras no habían dejado ningún rastro genéticamente en la de Ji Hui quien ya había finado. Lo que había leído en los rostros de sus padres era una cosa denominada obediencia y domadura. ¡ En cambio, sólo podía ver en la cara de Ji Hui un aire de ¨no deber a nadie¨!